La reflexión es lo único que se puede aportar a aquello sobre lo que ya está todo escrito.
Aquí se habla de toros y de la vida, como en las viejas tabernas.

domingo, 17 de enero de 2016

CERRANDO SU ÚLTIMA HERIDA

Ya sanaron aquellas terribles heridas. Las del mentón, la lengua, y todo lo que aquel maldito pitón fue encontrando en su camino hasta topar con la base del cráneo.
Heridas de guerra, que les llaman, y durante muchas horas, algunos temieron que éstas fueran de guerra perdida.

Ya sanaron aquellas terribles heridas. Aquellas que el pasado 16 de agosto produjo ese toro de Orive a Jiménez Fortes en la salmantina plaza de Vitigudino, y que casi le arranca la vida de un plumazo.

Cinco meses después, Saúl tenía que cerrar para siempre la que posiblemente sea la herida más difícil de sanar, la psicológica. Y qué mejor forma de hacerlo que encerrarse en la misma plaza, con toros de la misma ganadería, y enfundado en el mismo traje de héroe.
Desafiándose a sí mismo, a sus miedos y a los fantasmas de un pasado aún muy reciente, Fortes puso punto y final a la que seguramente haya sido la historia más dramática de su vida personal y profesional.

Ayer sábado, sólo existían 3 protagonistas 3 para lograr tal hazaña: el toro, el torero y la plaza, esta vez vacía y en silencio.
Una hazaña con la que pareció decirle al hermano del que pudo ser su verdugo que no le guarda ningún rencor, ni le iba a tener más miedo del que siempre le haya podido tener.
A la plaza, la misma en la que hace poco tiempo derramó y se tragó su propia sangre, parecía decirle que si algún día volvía a pisar su arena, no será vendiendo su vuelta tras rozar la mismísima muerte. Volverá (si vuelve) tras vencer la batalla en el ruedo, tras ser él quien saliera victorioso del sacro rito del toreo.
A él mismo no imagino lo que pudo decirse. No sé lo que puede sentir un hombre mientras se juega la vida enfrentándose a sí mismo para salir reafirmado, seguro y preparado al cien por cien para afrontar la inminente reanudación de su prometedora carrera profesional.

Cuentan que el primero de los dos toros fue noble y colaborador, y que el segundo salió brusco y complicándole mucho las cosas. Pero, qué más da. Para mí, en este caso, el qué es mucho más importante que el cómo.

"Era volver a comenzar donde lo dejé", contaba Saúl a la prensa con la humildad y el sosiego que le caracterizan, recordándome al gran Fray Luis de León y su mítica frase "como decíamos ayer" con la que comenzó su clase ante los alumnos de la Universidad de Salamanca, tras haber pasado encarcelado cinco años por la Inquisición. Ambos borrando traumas, superando baches y mirando hacia delante tras un increíble ejercicio de reflexión, valentía y autosuperación.

Ayer, un hombre le demostró a su propio destino que él es quien decide y que está preparado para lo que quiera traerle, para disfrutarlo y para sufrirlo.
Ayer, un hombre terminó de poner orden en su toreo y en su mente.
Ayer, un hombre volvió a darnos a todos una lección de pundonor, de cabeza y de cojones.

Si existe la justicia, dentro de muchos años alguien escribirá lo que ayer hizo un TORERO, y lo hará hablando de él como uno de los figurones del toreo del siglo XXI.


Fortes cerrando la última de sus heridas.
(Foto: EFE)


Suerte, Saúl. Suerte, TORERO.

Alberto CH - @alberto_chps