La reflexión es lo único que se puede aportar a aquello sobre lo que ya está todo escrito.
Aquí se habla de toros y de la vida, como en las viejas tabernas.

domingo, 14 de junio de 2015

UN PERRO LLAMADO "TAUROMAQUIA"

Había una vez un perro llamado "Tauromaquia". Un perro grande, bello, imponente y de pelo lustroso. Un perro admirado por la mayoría de las gentes del pueblo, quienes estaban encantados de poder verlo de cerca, acariciarlo, sentir su grandeza y poder presumir de él.
Sus dueños le alimentaban bien, le acicalaban con mimo, le respetaban y le sacaban a pasear varias veces al día para que todo el mundo pudiera disfrutar de su bella estampa.
Los niños del pueblo corrían cada tarde para poder ver a "Tauromaquia". Sus dueños les dejaban acercarse a él. Al fin y al cabo, esos pequeños eran el futuro de la manuntención de su animal.

Poco a poco, ese perro fue perdiendo el respeto de sus amos. Cada vez le sacaban menos y le alimentaban peor. En consecuencia, los vecinos ya no podían salir tanto a la calle como antes a darle sus caricias y a regalarle su hueso de jamón. Los niños empezaron a perder el interés en el perro y empezaron a correr tras una pelota mientras soñaban que algún día serían futbolistas.

"Tauromaquia" pronto empezó a decaer. El que antaño fuera el más bello de todos los perros, parecía un animal enfermo, escuálido, desatendido e indefenso.
Sus propios dueños se habían convertido en sus pulgas, garrapatas y demás parásitos perrunos. Parásitos con nombres y apellidos, parásitos con traje y corbata. Parásitos que llevaban ya muchos años chupando hasta la última gota de sangre del pobre "Tauromaquia" con el único fin de ser cada vez más poderosos a costa de su propio animal, ése del que dependía su futuro y el de sus generaciones venideras y que a tanta gente emocionaba.
Pero la misión de los parásitos es la de chupar sangre como si no hubiese un mañana, sin preocuparse lo más mínimo ni por el futuro de su cánido huésped ni por los muchos vecinos que le admiraban y le sostenían.

Rápidamente llegaron esos cobardes que adoctrinan a masas atacando sin pudor a ese animal al que ya nadie defendía, a "Tauromaquia", llegando a calar su mensaje en buena parte del tan moderno como ignorante pueblo.
Sus amos ya eran sus parásitos, y de los cada vez menos admiradores que iba teniendo el pobre perro, sólo un puñado eran capaces de defenderlo, sin demasiado efecto, pero con mucha valentía.

Y así hemos llegado hasta el día de hoy. "Tauromaquia" es ya un perro vulnerable y está herido de gravedad.
Sus costras, su delgadez, su aspecto famélico y su suciedad es producto de largos años soportando sobre su dura piel tantos parásitos que se reproducían con gran facilidad y de forma vertiginosa.

Esos cobardes que le atacan en nombre del animalismo, jamás se habrían atrevido a hacerlo cuando "Tauromaquia" era aquel perro grande e imponente que todo el pueblo admiraba y veneraba, y cuyos amos le defendían con uñas y dientes.




De repente, irrumpe con fuerza en la política local y autonómica la izquierda.
Una izquierda históricamente ligada a ése que fue un gran perro, aunque muchos quieran negarlo ahora.
A día de hoy, una buena parte de los electores de esa izquierda se muestra contraria al ya demacrado y consumido "Tauromaquia" y los políticos electos lo tienen realmente fácil para acabar con ese indefenso chucho que aún seguimos admirando muchos.
No lo hacen por principios, ni por moral, ni por una cuestión de ecologismo ni animalismo. Lo hacen simplemente para contentar a su electorado.
Les basta una simple patadita para rematar a ése que ya habían matado los mismos que estaban llamados a defenderlo pero se dedicaron a explotarlo y sacarle hasta la última gota de su sangre para llenar sus estómagos y sus carteras.

Es evidente que es una canallada intentar acabar a golpe de decreto con algo que mueve y conmueve a muchos millones de personas en todo el mundo. Es inmoral, indigno y propio de dictaduras.

Pero, yo me pregunto: ¿Quienes son más culpables? ¿Los que llevan matando cruel y lentamente a su perro desde hace más de cuarenta años por sus propios intereses o los políticos que para complacer a buena parte de sus electores tan sólo tienen que rematar lo que ya han matado sus propios amos?

Me resulta curioso lo fácil que es evadir responsabilidades y echar la culpa de todo a esos que llaman "perroflautas" cuando ellos mismos les han servido en bandeja de plata la cabeza de su can a base de inoperancia, pasividad, egoísmo, vanidad, avaricia e incompetencia.

Como me dijo ayer un tipo al que admiro mucho: Qué pena, con la verdad que esto tiene y que muera de mentiras...

Alberto CH - @alberto_chps