La reflexión es lo único que se puede aportar a aquello sobre lo que ya está todo escrito.
Aquí se habla de toros y de la vida, como en las viejas tabernas.

domingo, 15 de febrero de 2015

J. MARTÍN SOTO: TORERO DE PLATA, PADRE DE ORO

Hace unas semanas, muy a mi pesar, tuve que escribir unas líneas con la tinta de la indignación y la decepción sobre la insolidaridad de los maestrantes de la plaza de toros de Ronda (propietarios del coso de la localidad), al negarse éstos a ceder su plaza para una buena y necesaria causa. Aquí pueden leerlo "La insolidaridad de los maestrantes de Ronda"

Hoy cambio de pluma. Cojo esa otra que va cargada con la tinta del orgullo, ese orgullo que siempre he sentido por ser aficionado a un mundo tan apasionante como solidario, el mundo de los toros.
Por segundo año consecutivo se celebrará en Marbella un festival taurino a beneficio de la Asociación contra la Fibrosis Quística de Málaga, una enfermedad tan desconocida para la sociedad como grave para quienes la padecen y sus familias. Esta asociación realiza una labor impagable proporcionando unos servicios asistenciales básicos y necesarios a todos los afectados y fomentando el estudio de esta extraña dolencia (todavía considerada incurable) para conseguir importantes avances en su tratamiento y aumentar la calidad de vida de los pacientes y de sus allegados.
La fibrosis quística es una enfermedad genética que afecta a los pulmones y a otros órganos vitales produciendo infecciones graves. Su costoso tratamiento incluye medicamentos (aerosoles y antibióticos principalmente) y una constante fisioterapia respiratoria.
No está de más que todos conozcamos un poco más sobre esta afección para valorar la importancia de la celebración de este festival, más si cabe ahora que se están llevando a cabo importantes avances médicos en un hospital zaragozano que podrían suponer la curación para algunos de estos pacientes y hace falta una mayor financiación para que ese tratamiento “milagroso” pueda llevarse a cabo en toda España.
Saber más acerca de la fibrosis quística también nos hará ver el tremendo esfuerzo y el duro día a día que viven estos enfermos y el enorme sacrificio de esos entregados y valientes padres (es una enfermedad manifestada sobre todo en niños y en jóvenes).
Y es precisamente un padre el artífice de todo esto.

Juan Martín Soto, se llama. Vallisoletano de nacimiento y de corazón, marbellí de adopción. Gran torero de plata, de esos que ponen los pares en la cara del toro ofreciéndole el pecho y buen lidiador con la capa. Sin necesitar grandes alardes ni desplantes para demostrar su torería, honesto y fiel a su jefe de filas, sea quien sea en cada etapa de su carrera.
Siempre ha estado ligado al mundo del toro y como banderillero ha pasado por la cuadrilla de varios matadores y novilleros y sabe lo que es torear en la primera plaza del mundo con buena nota.
En los últimos tres años ha pertenecido a las filas de Morenito de Aranda quien, casi sin previo aviso, decidió cambiarle por otro buen banderillero, quizá no mejor, pero sí más mediático y con la mano más rápida para quitarse la montera mientras su matador se lo permita. Juan se fue en torero, agradecido y sin una sola rabieta pública por su injusta situación. Yo siempre escuché que en esto del toro no se debe llamar a las puertas de las casas con alojamiento completo ni se deben trastocar equipos que funcionan bien. Pero bueno, allá cada uno con su honor y su conciencia.
El buen trabajo siempre da sus frutos y la carrera de este torero seguirá sin ninguna duda viento en popa a toda vela.

Ha toreado altruistamente en infinidad de festivales a favor de todo tipo de causas sin imaginarse que algún día él mismo recibiría del toreo la misma solidaridad que demostró.
Animado y acompañado en todo momento por su esposa Reyes, ejemplo de madre coraje, con la fuerza que le da su ángel de cinco añitos llamado Paola, con la ayuda del Ayuntamiento de Marbella y del joven empresario y apoderado Pepe Román (gestor del coso marbellí), con el altruísmo de sus compañeros y ganaderos y por supuesto con el indispensable apoyo de los aficionados que ya pasaron y volverán a pasar por la taquilla para dejar su donativo (el año pasado se recaudaron más de 30.000 euros para la asociación), Juan Martín Soto organiza el II Festival Taurino - Flamenco benéfico para la causa.





Tan sólo con ver la maestría con la que Ruiz Miguel anda en la cara del toro, el arrojo del joven matador fuengiroleño David Galán y la ilusión, preparación y ganas que desprende el prometedor novillero rondeño Javier Orozco merece la pena pagar esos 15 euros de donativo. Pero, al igual que ocurrió el año pasado, la ovación más intensa de la tarde será para esa pequeña luchadora y verdadera protagonista del evento, Paola.



El 7 de Marzo volveremos a demostrar que el toreo es solidario, y lo volveremos a hacer al son de #TodosConPaola

Alberto CH - @alberto_chps


lunes, 9 de febrero de 2015

SI SE QUIERE, HAY FUTURO

Estamos en Febrero, mes importante para el toreo y para todos los aficionados.
Recién terminada la feria de Valdemorillo, la primera con cierta importancia de la temporada, llega el movimiento, la ilusión -o desilusión- por ver cómo se van confeccionando los carteles por parte de las diferentes empresas. Llega el momento de los rumores, de las críticas y de las alabanzas por la temporada que se avecina.
Sí, he tildado a Valdemorillo como ciclo de cierta importancia a sabiendas de que es una plaza de pueblo (dicho sea con todos los respetos), pero es una feria que a veces, y sólo a veces, sirve como lanzadera para algunos buenos toreros que se pasan los días, las semanas y los meses entre sus duros entrenamientos, la vigilancia constante y ansiosa de su teléfono esperando alguna oportunidad y la impotencia de ver desde el sofá de su casa una y otra vez a muchos toreros con menos y peores condiciones que ellos, pero con mejores padrinos.

Este año hay pesimismo en el ambiente. Un poco más, si cabe.
La vuelta de toreros a los que ningún aficionado ha llamado ni ha echado de menos, la creación de la FIT, esa pócima mágica que prometía salvar la tauromaquia a base de euros y pesos mexicanos. Esa panacea que iba a apostar por el futuro y que sin ni siquiera haber dado aún un solo festejo, ya han demostrado quienes son y qué quieren: el monopolio y el control absoluto de nuestra Fiesta, cada vez menos nuestra y cada vez menos Fiesta.

No podían faltar tampoco los antitaurinos adoctrinando a la sociedad desde asociaciones y partidos políticos con sus más que conocidas mentiras mil veces repetidas. El problema es que cada vez tienen mayor efecto y credibilidad, seguramente por su difusión creciente en esos medios de comunicación vendidos al mejor postor.
Y es que los españoles y los latinos en general somos únicos renegando de nuestra propia cultura, avergonzándonos y acomplejándonos de nuestras raíces y de nuestras tradiciones.

Todo esto me ha quedado más claro aún tras haber podido participar en un humilde pero, para mí, valioso proyecto.
Les cuento. Tengo una amiga que trabaja en un instituto de Canadá como profesora de español y tutora de un grupo de alumnos que rondan entre los 17 y los 19 años, una edad en la que se terminan de forjar los ideales, los principios y las aficiones.
Hace unos meses les propuso sacar a debate un tema a elegir por los pupilos que esté relacionado con la lengua que ella les enseña. Para su sorpresa (y la mía) decidieron que ese tema sería la tauromaquia.

Canadá es un país con unas férreas leyes (morales y jurídicas) de protección animal, muy asimiladas y transmitidas de generación en generación. Cualquiera que haya visitado ese país norteamericano sabrá que una mascota o un animal salvaje tienen prácticamente los mismos derechos que un ciudadano. Todo apuntaba a que ese debate iba a acabar convirtiéndose en una cascada de críticas y acusaciones hacia el noble arte de Cúchares, pero no, porque en los principios de los canadienses (y de todos los habitantes de países moralmente desarrollados) también está la protección de su patrimonio, su arte y su cultura, tan importante para ellos o más que sus marcadísimos ideales de protección animal.



Mi amiga no es aficionada a los toros y por eso decidió pedirme ayuda para poder moderar y guiar ese debate. La única condición (para mí, muy acertada) era la de no interferir demasiado, dejar que fueran ellos los que sacaran conclusiones por sí mismos.
Le hice un pequeño guión, unas directrices: empezar por la base (la crianza del toro bravo y la preparación de aquellos que sueñan con ser toreros) para poco a poco, ir llegando hasta el final, la lidia en la plaza. Además le envié algunos artículos y fotografías que le pudieran servir como apoyo y me puse a su disposición para responder a todas las dudas que pudieran surgir durante el proyecto (que no fueron pocas).También le pedí que para que fuera algo totalmente imparcial, instara a sus alumnos a no buscar la información en páginas webs de carácter antitaurino, y así lo hicieron.

Todos se pusieron manos a la obra y empezaron a investigar y aportar material por su cuenta, y quedaron entusiasmados con la crianza del toro bravo, nuestras dehesas, el tiempo, dinero, amor y sacrificio que dedican los ganaderos, mayorales y vaqueros a criar a sus animales, igual que les llamó mucho la atención la disciplina, el sacrificio y el valor de todos esos chavales aspirantes a convertirse en toreros.
También se sintieron muy atraídos por la liturgia y el misterio que rodea al toreo y comenzaron a asimilarlo como arte y cultura y no como un simple espectáculo de masas.
Bien avanzado el debate (duró varias semanas), habiendo seguido esas pautas y habiendo aportado todos información recogida por ellos mismos, llegaron las conclusiones.
Por supuesto, no todos comprendieron la necesidad de la muerte del animal, pero mostraban su opinión con absoluto respeto y precaución.

Para mí, lo más interesante llegó cuando la profesora les dijo que en España e Hispanoamérica hay gente que trabaja por la prohibición y la abolición de la tauromaquia y que en algunos lugares se había conseguido.
Les costaba creerlo. Todos, incluídos los que no comprendían del todo y no estaban de acuerdo con el sacrificio del toro, se mostraron en contra de la prohibición. Cuentan que para ellos nuestra tierra es conocida por el toreo y que ellos jamás consentirían que en su país se censurase un arte que es su signo de identidad, les gustara o no.

Ya ven, parece que a 7.000 kilómetros de distancia respetan más nuestras propias tradiciones y nuestra propia cultura que nuestros vecinos de escalera.

Sé que esto es una simple anécdota, algo sin ninguna trascendencia y de poca importancia, pero para mí ha significado algo más. Lo he visto como un experimento que demuestra los prejuicios que en nuestro propio país se les crea a nuestros jóvenes sobre nuestra afición. Esta experiencia me ha demostrado empíricamente lo que ya sospechaba: sin esa información contaminada y malintencionada que dan los antitaurinos, sin esta moda absurda de renegar y avergonzarnos de lo que es nuestro, sin esta costumbre de no respetar y pisotear las aficiones que no compartimos, habría muchos más jóvenes aficionados al toro.

Como dato diré que uno de los alumnos canadienses viajará este mismo año a España para conocer de primera mano el campo bravo y el toreo. Antes del proyecto, sobre toros sólo sabía que existían, y ahora se ha convertido en un entusiasmado taurómaco y proyecto de aficionado.
Si esto se ha conseguido tan sólo informándoles de forma imparcial y animándoles a buscar información por sí mismos en un país tan lejano y animalista, imaginen lo que se podría conseguir dentro de nuestras fronteras con una buena promoción y una sólida difusión de la tauromaquia entre nuestros jóvenes.

También deberíamos progresar, haciendo justamente lo que esos adoctrinadores y adoctrinados antitaurinos entienden por ese término: alejarnos del prejuicio, conocer por nosotros mismos algo antes de criticarlo y entender que el arte y la cultura así como los signos de identidad de nuestra nación están muy por encima de nuestros propios gustos y opiniones personales.

Si se quiere hay futuro, y mucho.

Alberto CH - @alberto_chps



domingo, 1 de febrero de 2015

HIPOCRESÍA

Siempre es triste la retirada forzosa de un torero, de un artista que no encuentra su sitio o ve que no quieren dárselo para poner en su lugar a otros con mejores padrinos y peores condiciones para hacer eso tan difícil y que hoy se le llama a cualquier cosa, eso que se llama TOREAR.

He esperado un tiempo prudencial antes de escribir estas reflexiones para poner en orden mis ideas, para tirar de archivo y sobre todo de memoria y para no dañar la susceptibilidad de algunos fans incondicionales -que no aficionados- como los que me insultaron en público y en privado por dar una simple opinión desde el respeto sobre el tema.

Antes de que vuelvan a lapidarme y arrojarme a los perros, he de aclarar que eso de “hipocresía” no va por el torero, al menos de momento.
Hipócritas sus compañeros que se lamentan de su marcha con un simple mensaje redactado y enviado por su gabinete de prensa y que antes no le abrieron carteles, hipócritas aquellos periodistas taurinos que hoy escriben de él como si fuera el mismísimo Manolete resucitado y que antes pocas veces o nunca se habían dignado a escribir unas líneas sobre él, hipócritas los aficionados que ahora hablan de él como un monstruo del toreo imprescindible en nuestra Fiesta y que nunca le reclamaron en las ferias cuando no estaba anunciado. Pero sobre todo, hipócritas esos ruines empresarios que un día le utilizaron como moneda de cambio, como una pieza de su puzzle para crear carteles baratos y que ahora le dan su mano y le muestran sus respetos.

Dice Leandro que se va de esto por honestidad y dignidad (cosa que no dudo). Porque no está dispuesto a pasar por el aro sin que sigan sin valorarle como lo que es, un artista. Me parece una decisión razonable, lógica y honrada.

Foto: Fermín Rodríguez


De Leandro Marcos me quedo con su plasticidad, su estética, su gusto y su torería. Es -o era- un torero diferente y eso nunca viene mal.
En mi opinión en su cabeza y en sus muñecas tiene -o tenía- al ARTISTA, pero le falta -o le faltaba- la otra pieza del tándem del torero completo: el GUERRERO.
Ese guerrero que proporciona la ambición, la necesidad de arrimarse y de estar por encima de cualquier toro. Ese guerrero que dice que en las plazas importantes sólo vale triunfar, sin excusas, plazas donde sólo hay dos salidas posibles para todo aquel que quiera ser figura del toreo: la puerta grande o el hule.

A él se le escaparon casi tantas oportunidades como le dieron (que no fueron pocas) y su espada era más que preocupante. Dejó momentos de toreo caro, muy caro, pero si no se remata, si no se pega un manotazo en la mesa y se pone una plaza boca abajo cuando hay que ponerla, eso sólo sirve para dejar bellas estampas en las fotos y en la memoria. Suena duro, pero esto es así. Nadie dijo que esto del toro fuera fácil (salvo si tienes buenos padrinos y un público -que no aficionados- rendido a tus pies y a tu espectáculo).
Paradójicamente, hubo un tiempo en el que Leandro sí tuvo buenos padrinos, los Chopera entre otros, pero algo me dice que esto le perjudicó más que beneficiarle.

Con 33 años de edad y 12 de alternativa, dice adiós a su carrera profesional como matador de toros con un comunicado cargado de argumentos sin rematar, soltando algún tirito (más que merecido) a este injusto y convenido sistema que rige el toreo y que sólo busca el dinero, aunque para ello haya que vender y premiar la mediocridad y echar a la calidad. Nada nuevo.

Decía antes que eso de “hipocresía” no iba por él pero puntualizaba “al menos de momento”. Me explico. Si tras sufrir en sus carnes el desprecio y los sucios tejemanejes de este perverso sistema decide seguir inmerso en él aunque no sea como matador de toros, cosa más que probable, me parecerá un acto de hipocresía de un torero y un hombre que ha demostrado ser íntegro y honesto con esta dura y difícil decisión.

Haga lo que haga SUERTE, torero.


Alberto CH - @alberto_chps