De repente el atronador sonido del cerrojo inundó la plaza.
Miró al cielo, y con pausada andanza se dirigió a la puerta de chiqueros. Allí
tenía una cita con su destino. Una larga cambiada rompió el silencio de los
tendidos. Poco después su muleta escribió versos dignos del más grande de los
poetas. La puerta de la gloria le vio salir en volandas mientras el gentío
enloquecía.
Aquella tarde demostró quien era, pero sobre todo demostró
quien quería ser.
Hoy recuerda con nostalgia su única tarde de gloria, pero
con el orgullo de quien un día fue torero, y quien por supuesto, lo será
siempre.
Suena "Pan y Toros" e inicia el paseíllo este humilde blog, y lo hace con este microrrelato dedicado a todos aquellos que alguna vez vistieron el sagrado traje de torero y la suerte, el talento o ese gran cúmulo de cualidades y situaciones necesarias para que se produzca el milagro del éxito no les acompañó. No importa si de corto, de oro, de plata o de azabache, ni importa si se lo enfundaron para torear un becerro en una plaza portátil o un imponente cinqueño en el coso de Las Ventas. Va por vosotros, TOREROS.
Alberto CH - @alberto_chps
Alberto CH - @alberto_chps
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