La reflexión es lo único que se puede aportar a aquello sobre lo que ya está todo escrito.
Aquí se habla de toros y de la vida, como en las viejas tabernas.

viernes, 5 de diciembre de 2014

JOSÉ TOMÁS ¿REALIDAD O MITO?

Pies clavados en el suelo, riñones metidos, postura erguida, tez seria, actitud sosegada e inmutable, sin rectificar un solo centímetro. Sin aspavientos ni desplantes llamativos, dirigiendo a su cuadrilla con una sola mirada. Sin la necesidad de mancharse las rodillas de arena sino la taleguilla de sangre del burel para transmitir esos profundos sentimientos que sólo surgen fruto del verdadero toreo.

¿Qué decir de alguien sobre lo que ya está todo dicho y escrito? ¿Cómo reflexionar sobre algo que evoca más sensaciones que palabras? Difícil…

Tuvo que ser un veinte de agosto de hace ya treinta y nueve años y tres meses cuando vino al mundo un hombre capaz de darle verdadero sentido y significado a la tan denostada palabra TORERO. Un artista con la capacidad de conmover en absoluto silencio y en total soledad, aun estando rodeado de miles de fervientes almas con los cinco sentidos puestos en su efímera pero eterna obra. Pero él, a lo suyo.
Y lo suyo es TOREAR, lo suyo es afligir, causar tanto miedo e inquietud en los tendidos como excelsas e inolvidables emociones. Lo suyo es el triunfo, salir por la gloriosa puerta grande o por la lúgubre cancela de la enfermería. Y es que lo suyo es la VERDAD, sin medias tintas.


Foto: elcorreo.com


Dijo don Juan Belmonte que se torea como se es. Aun a riesgo de ser arrojado a los perros, reconozco que nunca creí en esa frase, pues todos hemos visto a personas non gratas convertirse en grandes toreros y a otras maravillosas incapaces de alcanzar las condiciones necesarias para llegar a ser algo en el mundo del toro. Pienso que el Pasmo de Triana lo dijo como pura y dura autodescripción (él sí toreó como era: valiente, transgresor y auténtico) y no generalizando. Pero éste sí hace honor a esa frase. José Tomás Román Martín, hombre honesto, discreto, sincero y humilde; igual que torea, con la verdad y el pecho por delante cueste lo que cueste.

¿Realidad o mito? 
Yo diría que José Tomás es una realidad, tanto como la exaltación, la conmoción, la pasión, el dolor y hasta el enfado que en mí ha causado muchas veces. Tanto como sus litros de sangre derramados en la arena o sus 7 puertas grandes 7 en la primera plaza del mundo.
Una realidad que todos menos él hemos querido convertir en mito, unos para bien y otros para mal. Pero él, a lo suyo…

Como mito que es, o queremos que sea, crea a su alrededor todo tipo de rumores, historias y patrañas, la mayoría para alimentar el ego de escribientes profesionales, aspirantes a profetas que se ven frustrados ante el silencio y la discreción del Maestro.
Que si estará no sé dónde, que si reaparecerá no sé cuándo, que si matará tal o cual ganadería… Pero él, a lo suyo…

Hay quien le acusa de vivir de las rentas de su ilustre pasado, de exigir demasiadas condiciones, de no medirse a toros duros ni al resto de figuras, de no querer torear en plazas de verdadera relevancia o de negarse a ser televisado. Algunos dicen que lo hace por miedo a que se pongan en evidencia su carencia de técnica y sus errores y caerse así ese mito, esa nube en la que entre todos le hemos subido, pero no olvidemos que él manufacturó con su inconmensurable talento, con su sudor y con su sangre la infinita escalera por la que le impulsamos.
También le recriminan las poquísimas corridas que torea en cada una de las últimas temporadas y todas ellas en esas condiciones tan especiales y cuidadosamente escogidas por él, queriéndole quitar por ello el título de figura del toreo.

Otros profesan una religión de la que él mismo es ateo, el tomasismo. Un dogma basado en una fe ciega que hace invisibles todos los defectos del torero y defendibles todos sus errores. Quienes tienen estas férreas creencias en su dios siempre van al tendido (o al callejón, dependiendo del caso y del nivel de amiguismo o de fama de cada cual) con la predisposición de agitar los pañuelos blancos al viento tras cada faena, sin haberse fijado de forma más o menos objetiva en lo allí acontecido, tan sólo viendo aquello desde un cirro de emoción y belleza. Aunque pensándolo bien, en este aspecto no hay demasiada diferencia con los istas del resto de toreros.

Tratando de ser objetivo, no cabe duda de que José Tomás ha marcado una época en el toreo, ha creado afición, ha movido masas (y lo sigue haciendo), ha sido y es referente de muchos jóvenes aspirantes a vestir ese sagrado y luminiscente traje que tantas tardes ha honrado al enfundárselo.
A día de hoy es el único capaz de llenar las plazas hasta la bandera, de crear infinitas colas de aficionados rodeando los cosos para hacerse con su entrada pasando para ello una noche, o incluso dos, al raso.
Por conseguir, hasta ha conseguido poner el toreo como noticia de relevancia en los medios generalistas que tanto han denostado nuestra afición en los últimos tiempos.

Por todos es sabido que es sobrino nieto de Victorino Martín, el Cateto de Galapagar, ese viejo sabio que creó casi de la nada tan emblemática ganadería y tan prestigioso hierro.  
Pero la afición le viene a José Tomás por parte de su abuelo Ceferino, al que quizá le debamos el haber coincidido en el tiempo con uno de los mayores y mejores toreros de la historia.
En México comenzó todo. Allí se fue a hacerse torero, huyendo del tramposo y nefasto sistema implantado en nuestra piel de toro que le hacía pagar por torear novilladas. Y fue precisamente en la capital del reino azteca donde tomó la alternativa en diciembre de 1995, de manos de Jorge Gutiérrez.
No sé quién tuvo más suerte, si “Mariachi” de Xajay por convertir en matador de toros a un hombre llamado a la gloria y la eternidad, o “Ingrato” de Parladé, último toro en ser indultado por el genio de Galapagar en su gloriosa encerrona en Nimes en la mañana del 16 de septiembre de 2012.


"Ingrato" de Parladé volviendo a chiqueros tras ser indultado por José Tomás.
Foto: semana.com


Todavía hay quien asegura que José Tomás carece de técnica, y que ésta es la causa de sus numerosas volteretas, cornadas y sustos.
Yo no lo creo. Pienso que una de sus mayores virtudes y una de las muchas cosas que le hacen único es supeditar la técnica (que por supuesto la tiene) a la VERDAD, esa que le hace pisar terrenos que sobrepasan los límites de lo comprometido, lo peligroso y a veces hasta lo cabal.
Hasta los trapazos, que también los pega (y muchos), cobran sentido y emocionan en esos terrenos donde el que manda es el toro, en esos terrenos donde se mata o se muere.

Otro de sus sellos de identidad que más valoro es su independencia, esa que le hizo ser pionero en poner en su sitio a los cuñadísimos regentes de la Real Maestranza de Sevilla, pero en silencio, sin comunicados ni ruedas de prensa.
Desde febrero de 2013 cuando decidió prescindir de su autárquico apoderado Salvador Boix, él mismo dirige su carrera con la inestimable ayuda de su hermano Antonio.

He tenido el privilegio de verle torear esta temporada y siendo objetivo y justo, he de decir que no es el mismo José Tomás que cortaba tres o cuatro orejas en Madrid, aunque también debemos entender que los años y las cornadas lastran cada vez más. Pese a no ser quien fue, es innegable que mantiene esa esencia y esa autenticidad que siempre fueron su sello.
Quizá siga mermado físicamente, como algunos aseguran, de la brutal cornada sufrida en Aguascalientes en 2010, quizá esté falto de motivación, quizá ahora tenga otras prioridades en la vida por encima del toreo, o quizá sea un cúmulo de todo ello.

Maestro, toree donde y cuando usted quiera, se ha ganado con creces el privilegio de poder elegir o, mejor dicho, exigir cómo llevar su carrera. Seguirá llenando plazas y formando interminables colas. Seguirá creando afición, ilusión y economía en las ciudades. Seguirá teniendo tanta repercusión y poniendo al toreo en la palestra de esta moderna y superficial sociedad.
Maestro, toree donde y cuando usted quiera, pero toree.


Larga cordobesa ejecutada en Granada (2014)


No se me ocurre mejor forma de acabar esta entrada que con unos versos de mi admirado Manolo Chinato, poeta de la calle y poeta del campo, salmantino de nacimiento y extremeño de corazón, quien sin saberlo escribió sobre la figura del toreo más importante de los últimos veinte años:

Y verás sin duda el resurgir poderoso del guerrero
sin miedo a leyes ni a nostalgias
y lo verás caer una y mil veces y levantarse de nuevo,
con la pura bandera de su raza.


Alberto CH - @alberto_chps











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